jueves, noviembre 21, 2024

REFLEXIÓN 992. ¿QUIÉN ES LA ROCA?

Por qué solo Pedro reconoció a Jesús como Cristo? | Evangelio de hoy Wiki |  Fandom

Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Mt. 16:18

YO TAMBIÉN TE DIGO. El Padre ya había revelado una verdad (vers. 17); Jesús le añade aquí otra. TÚ ERES PEDRO. Llamando Pedro a Simón, hijo de Jonás (vers. 17), Jesús empleó el nombre que le había puesto cuando por primera vez lo conoció (ver Juan 1:40-42; com. Mat. 4:18).

SOBRE ESTA ROCA. Estas palabras se han interpretado de diversas maneras: (1) que Pedro era "esta roca", (2) que la fe de Pedro en Jesús como el Cristo era "esta roca", (3) que Cristo mismo era "esta roca". Se han presentado persuasivos argumentos en favor de cada una de las tres explicaciones.

La mejor forma de determinar qué fue lo que Cristo quiso decir con estas palabras difíciles de entender, es preguntar a las Escrituras mismas qué era lo que esta figura de dicción significaba para los oidores judíos, especialmente para aquellos que se la oyeron a Jesús en esta ocasión (DMJ 7).

El testimonio de los escritos de los mismos discípulos es evidentemente superior a las ideas de los hombres que después de ese tiempo han escrito u opinado acerca del supuesto sentido de las palabras de Jesús. Felizmente, algunos de los que fueron testigos oculares en esta ocasión (2 Ped. 1:16; 1 Juan 1:1-3) han dejado un registro claro e inequívoco.

Jesucristo y Pedro

POR SU PARTE, PEDRO, a quien fueron dirigidas estas palabras, rechaza enfáticamente, mediante sus enseñanzas, que la roca de la cual habló Cristo se refería al apóstol mismo (Hech. 4:8-12; 1 Ped. 2:4-8). 

Mateo registra el hecho de que Jesús empleó otra vez la misma figura, en circunstancias que indican claramente que él mismo era la roca (ver com. Mat. 21:42; cf. Luc. 20:17-18).

Más de 300 000 imágenes gratis de Paisajes y Naturaleza - Pixabay

Desde tiempos antiguos, el pueblo hebreo había empleado la figura de la roca para referirse específicamente a Dios (ver com. Deut. 32:4; Sal. 18:2; etc). 

El profeta Isaías se refirió a Cristo como "gran peñasco en tierra calurosa" (Isa. 32:2), y como "piedra probada, angular, preciosa" (ver com. cap. 28:16). 

 Pablo afirma que Cristo era la Roca que había acompañado a su pueblo por el desierto en la antigüedad (1 Cor. 10:4; cf. Deut. 32:4; 2 Sam. 22:32; Sal. 18:31). 

En un sentido secundario, las verdades que Jesús habló son también una roca en la cual los hombres pueden construir con toda seguridad (ver com. Mat. 7:24-25). 

Por otra parte, Cristo mismo es el "Verbo" hecho "carne" (Juan 1:1,14; cf. Mar. 8:38; Juan 3:34; 6:63, 68; 17:8).

Jesús está sentado en la roca jesús, Fondo de pantalla HD | SmartResize

Jesucristo es "la roca de nuestra salvación" (DTG 381; cf. Sal. 95:1; Deut. 32:4,15,18). Él es el único fundamento de la iglesia, porque "nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo" (1 Cor. 3:11), ni "en ningún otro hay salvación" (Hech. 4:12). 

 En estrecha relación con Jesucristo "la principal piedra del ángulo" en el fundamento de la iglesia, se encuentran los apóstoles y los profetas (Efe. 2:20). Todos los cristianos han de ser edificados como "piedras vivas" (Gr. líthos) para formar una casa espiritual (1 Ped. 2:5), un edificio cuya piedra angular es Cristo (Efe. 2:20-21). 

Él es la única "Roca" sobre la cual se afirma todo el edificio, porque sin él no habría ninguna iglesia. Cuando creemos en él como Hijo de Dios, nosotros también podemos llegar a ser hijos de Dios (Juan 1:12; 1 Juan 3:1-2). 

 La comprensión de que Jesucristo es realmente el Hijo de Dios, tal como Pedro lo afirmó en 421 esta ocasión (Mat. 16:16), es la llave de la puerta de la salvación (DTG 380-381). Es incidental y no fundamental el que Pedro fuera el primero en reconocer este hecho y declarar públicamente su fe, la cual era compartida también por sus compañeros (ver com. vers. 16).

San Agustín de Hipona - Festividad, Oraciones, Citas, Patrocinio y Más –  Hallow

San Agustín (c. 400 d. C.), el mayor de los teólogos católicos de los primeros siglos de la era cristiana, de a que sus lectores decidan si Cristo dice que él mismo es la roca o si dice que Pedro es la roca (Retracciones 1. 21. 1).

 Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla, célebre por su elocuencia (m. 407 d. C.), dijo que Jesús había prometido poner el fundamento de la iglesia sobre la confesión de Pedro, y no sobre Pedro, pero también dice que Cristo mismo es verdaderamente nuestro fundamento (Comentario sobre Gálatas, cap. 1:1-3; Homilías sobre 1 Timoteo xviii. 6. 21). 

Eusebio, historiador de la iglesia primitiva (m. 340 d.C.), afirma que Clemente de Alejandría escribió que Pedro, Santiago y Juan no lucharon por la supremacía en la iglesia en Jerusalén, sino que escogieron a Santiago el justo como dirigente (Historia eclesiástica ii. 1). 

Otros padres de la iglesia enseñaron lo mismo; tal fue el caso de Hilario de Poitiers.

Cuando se buscó apoyo bíblico para las pretensiones del obispo de Roma a su primacía en la iglesia (ver t. IV, p. 863), las palabras pronunciadas por Cristo en esta ocasión fueron sacadas de su contexto original e interpretadas en el sentido de que Pedro era "esta roca". León 1 fue el primer pontífice romano en pretender que había recibido su autoridad de Cristo por medio de Pedro.

Esto sucedió por el año 445 d. C. Acerca de esta pretensión, Kenneth Scott Latourette, conocido historiador de la iglesia, dice: "Insistió que por decreto de Cristo, Pedro era la roca, el fundamento, el guardián de la puerta del reino de los cielos, puesto para atar y para desatar, cuyos juicios retenían su validez en el cielo, y que por medio del papa como su sucesor, Pedro seguía realizando la tarea que le había sido encomendada" (A History of Christianity, 1953, p.186). 

Resulta extraño que si esto es realmente lo que Cristo quiso decir, ninguno de los otros discípulos hubiera descubierto ese hecho, ni tampoco ningún otro cristiano durante cuatro siglos después de que Cristo pronunciara esas palabras. Además, resulta extraordinario que ningún obispo de Roma descubriera este significado en las palabras de Cristo hasta que un obispo del siglo V pensó que era necesario hallar apoyo bíblico para la primacía papal. La interpretación de las palabras de Cristo, que concede supremacía a los así llamados sucesores de Pedro, los obispos de Roma, no armoniza en absoluto con lo que Cristo enseñó a sus seguidores (ver cap. 23:8,10).

La mejor evidencia de que Cristo no designó a Pedro como la "roca" sobre la cual habría de construir su iglesia, es quizá el hecho de que ninguno de los que oyeron a Cristo en esta ocasión -ni siquiera Pedro- así lo entendió, mientras Jesús estuvo con ellos, ni después. Si Cristo hubiera establecido a Pedro como principal entre los discípulos, éstos no habrían disputado repetidas veces el primer puesto (Luc. 22:24; ver Mat. 18:1; Mar. 9:33-35; etc.; DTG 755-756; com. Mat. 16:19).

EL NOMBRE PEDRO PROVIENE DEL GR. PÉTROS, "piedra" o "canto rodado". "Roca" es la raducción de la palabra griega pétra, que suele emplearse para designar una peña, o un macizo de piedra. Una pétra es una roca grande, fija, inamovible; en cambio potros es una piedra pequeña o un canto rodado. No puede saberse hasta qué punto Cristo tuvo en cuenta esta distinción, ni cómo pudo haberla explicado mientras hablaba, porque Cristo ciertamente habló en arameo, la lengua vernácula en Palestina en ese tiempo, y no empleó las palabras griegas. La palabra griega pétros, sin duda, equivale a la palabra aramea kefa' (Cefas; ver com. cap. 4:18). Por otra parte, es muy posible que pétra también equivalga a kefa', aunque existe la posibilidad de que Cristo hubiera empleado algún otro sinónimo u otra expresión en arameo que haría notar la distinción entre pétra y pétros que se advierte en el relato evangélico en griego. Sin embargo, parece probable que Cristo debe haber tenido el propósito de hacer una diferencia; de lo contrario, Mateo, escribiendo en griego y guiado por el Espíritu Santo, no la hubiera hecho.

Evidentemente pétros, una piedra pequeña, no podría servir de fundamento para ningún edificio. Jesús aquí afirma que únicamente una pétra, o "roca", sería suficiente. Lo que Cristo dijo aquí queda más claro con sus palabras registradas en Mat. 7:24: "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca [Gr. pétra]". 422 Cualquier edificio construido sobre Pedro, pétros, un débil y falible ser humano, tal como lo presenta claramente el relato evangélico, tiene un fundamento muy poco mejor que las arenas movedizas (ver com. cap. 7:26-27).

Las Mejores Fotos E Imágenes De Stock De Naturaleza Y Paisajes - iStock

IGLESIA. Gr. ekkl'sía.  Ver com. cap. 18:17.

PUERTAS. En las antiguas ciudades la puerta era el lugar de reunión de los ancianos de la localidad y el lugar clave en la defensa de la ciudad contra un ejército atacante (ver com. Gén. 19:1; Jos. 8:29). Por esto, el tomar la puerta de la ciudad hacía posible la toma de toda la ciudad.

El triunfo de Cristo sobre la muerte y sobre el sepulcro es la verdad central del cristianismo.  Satanás no pudo mantener atado a Cristo con las cuerdas de la muerte (Hech. 2:24), ni tampoco será posible que retenga a cualquiera de los que creen en Cristo (Juan 3:16; Rom. 6:23). En forma figurada, Satanás retiene las "puertas del Hades", pero Cristo, con su muerte, entró en la fortaleza de Satanás y ató al adversario (ver com. Mat. 12:29). En este sublime hecho descansa la esperanza del cristiano de que será rescatado de los ardides de Satanás en esta vida, de su poder sobre la tumba, y de su presencia en la vida venidera. "El postrer enemigo que será destruido es la muerte" (1 Cor. 15:26). La muerte y el sepulcro finalmente serán echados en el lago de fuego (Apoc. 20:14).

La interpretación de que las palabras de Cristo significaban que las "puertas del Hades" no habrían de prevalecer contra Pedro, contradice la insinuación de Mat. 16:21 (cuya introducción son los vers. 13-20), de que sería Cristo y no Pedro el que habría de desafiar las puertas del Hades al someterse al sufrimiento y a la muerte. Además, si Pedro hubiera entendido que era él y no Jesús quien iba a enfrentar la muerte, no sería lógica su reacción (vers. 22).  

HADES. Gr Had´s. Sepulcro. Ver com. Mt. 11:23.

NO PREVALECERÁN. Las puertas del infierno prevalecieron contra Pedro cuando negó tres veces a su Señor (DTG 381). Literalmente, prevalecieron cuando la muerte lo retuvo (Juan 21:18-19).

El significado pleno de lo que Cristo quiso decir cuando afirmó que las "puertas del Hades" no prevalecerían, puede entenderse por el hecho de que inmediatamente comenzó a hablar de cómo iba a padecer "y ser muerto y resucitar al tercer día" (ver com. Mat. 12:40; cf. DTG 386). 

CRISTO triunfó gloriosamente sobre todo el poder de Satanás, y por ese triunfo aseguró la victoria de su iglesia en la tierra. 5CBA/MHP

 

 

REFLEXIÓN 991. ¿QUE ES, O SON LAS LLAVES DEL REINO?

Las llaves del reino — EB Global: Enfoque Bíblico / Bible Focus

Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. Mat 16:19

*Un tema muy relevante y controversial*

LAS LLAVES. Las llaves del reino son las palabras de Cristo (DTG 381). Es importante señalar que Cristo mismo dice que la "llave" que da acceso al reino es la "llave de la ciencia" o del conocimiento (Luc. 11:52). Las palabras de Jesús son espíritu y son vida para todos los que las reciben (Juan 6:63); ellas son las que dan vida eterna (Juan 6:68). La palabra de Dios es la llave de la experiencia del nuevo nacimiento (1 Ped. 1:23).

ASÍ COMO Las Palabras Pronunciadas Por Jesús convencieron a los discípulos de la divinidad de su Maestro, así también ellos, como embajadores de Jesús, debían repetir sus palabras a otros hombres, a fin de reconciliarlos con Dios (2 Cor. 5:18-20). 

El poder salvífico del Evangelio es lo único que puede permitir la entrada de los seres humanos en el reino de los cielos. Cristo sencillamente confió a Pedro y a todos los otros discípulos (ver com. Mat. 18:18; Juan 20:23) la autoridad y el poder de llevar a los hombres al reino. 

 Cuando Pedro percibió la verdad de que Jesús era el Cristo, fueron colocadas en sus manos las llaves del reino y le fue abierta la puerta del reino. Lo mismo puede decirse de todos los seguidores de Cristo hasta el mismo fin del siglo. 

 La afirmación de que Cristo concedió a Pedro mayor autoridad que a los otros discípulos, o que le otorgó una autoridad diferente de la que ellos tenían, carece de base bíblica (ver com. Mat. 16:18 ). 

En verdad, entre los apóstoles, fue Jacobo, y no Pedro, el que desempeñó funciones administrativas en la iglesia primitiva de Jerusalén (Hech. 15:13,19; cf. caps. 1:13; 12:17; 21:18; 1 Cor. 15:7; Gál. 2:9,12). 

Por lo menos en una ocasión Pablo resistió públicamente a Pedro, por lo que el primero consideraba como un proceder erróneo del segundo (Gál. 2:11-14), lo que indudablemente no habría hecho si hubiera estado enterado de que Pedro poseía los derechos y los privilegios que algunos ahora le atribuyen basándose en Mat. 16:18-19.

REINO DE LOS CIELOS. Así como ocurre frecuentemente en el registro del ministerio de la vida de Cristo, el reino de los cielos se refiere en este pasaje al reino de la gracia divina en el corazón de aquellos que son sus ciudadanos, aquí y ahora (ver com. cap. 4:17; 5:3). Nadie puede esperar entrar en el futuro reino de la gloria (ver com. cap. 25:31,34) 423 si no ha pasado primeramente por el reino presente de la gracia divina.

LO QUE ATARES. Este pasaje dice literalmente: "Y lo que atares sobre la tierra habrá sido atado en los cielos, y lo que desataras en la tierra habrá sido desatado en los cielos". Evidentemente debe entenderse que la iglesia en la tierra sólo requerirá lo que el cielo requiere y prohibirá sólo lo que el cielo prohíbe. Esta parecería ser la clara enseñanza bíblica (ver com. Mat. 7:21-27; Mar. 7:6-13). Cuando los apóstoles salieron a proclamar el Evangelio, de acuerdo con la misión que les había sido dada (Mat. 28:19-20), debían enseñar a los conversos que guardaran "todas las cosas" que Jesús había mandado: ni más ni menos.

Si se amplía el significado de los verbos "atar" y "desatar" hasta abarcar la autoridad de dictar lo que los miembros de la iglesia pueden creer y lo que pueden hacer en asuntos de fe y de práctica, se le da un sentido más abarcante del que Cristo quiso darles y que el que los discípulos pudieron entender en esa ocasión. Dios no sanciona esa pretensión. Los representantes de Cristo en la tierra tienen el derecho y la responsabilidad de atar todo lo que ya ha sido atado en el cielo, y de desatar todo lo que ya ha sido desatado en el cielo, es decir, de exigir o de prohibir aquello que la Inspiración revela con claridad. Ir más allá de esto, es poner la autoridad humana en lugar de la autoridad de Cristo (ver com. Mar. 7:7-9), tendencia que Dios no puede tolerar en aquellos que han sido designados como supervisores de los ciudadanos del reino de los cielos en la tierra. 5CBA/MHP